Según cuenta la historia, los famosos Mantecados de Portillo, ya se preparaban en la provincia de Valladolid en 1499, cuando las cofradías de las iglesias de la ciudad los encargaban. Se trataba de un dulce que, en una época que la que convivían moros y cristianos, era considerado para cristianos, ya que su materia prima principal es la manteca de cerdo, alimento prohibido para los musulmanes. El máximo esplendor de dichos dulces fue en el siglo XIX, que estaban presentes en multitud de fiestas populares.