Según dice la historia, antes de que nacieran las fallas Valencianas como tal, los carpinteros pedían permiso al Ayuntamiento de turno para llevarse los sobrantes de madera, trastos y muebles a la calle, para quemarlos en una hoguera el Día de San José. Estas primeras hogueras, hicieron que se concentrara cada vez más gente a su alrededor, lo que consiguió que se empezaran a crear los primeros monigotes que representaban personas físicas y críticas a problemas sociales de aquel momento, en pleno siglo XVIII. Los vecinos se reunían alrededor de aquellas fallas en una fiesta donde las mujeres decidieron poner su parte y crear buñuelos de viento para alimentar a los presentes. Aunque hay que decir que la calabaza llego años más tarde.